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sábado, 15 de noviembre de 2008

comentario del Manifiesto de los Persas

Allá va el comentario propuesto: la idea básica del texto es que los autores del mismo (nobleza y clero) intentan respaldar el sistema absolutista tras la implantación del liberalismo en la guerra de Independencia, aprovechando que va a volver al trono Fernando VII. O sea, en el comentario hay que hablar por fuerza de absolutismo y liberalismo y de cómo se justifica la monarquía absoluta en el texto. A partir de ahí, libertad, pero siempre con coherencia.

Nos encontramos ante un fragmento del llamado Manifiesto de los Persas, documento histórico (y por tanto una fuente primaria) de carácter político, entre cuyos autores hay que destacar a la cúpula de los grupos nobiliares y eclesiásticos, es decir, los sectores sociales más tradicionalistas y partidarios de la monarquía absoluta. La fecha de confección del documento está indicada, abril de 1814, y su destinatario sería el rey Fernando VII.

Para ubicar correctamente el texto hay que remontarse a la guerra de Independencia (1808-1814), conflicto bélico librado en España que tuvo una doble vertiente: por un lado, la lucha contra la dominación francesa en nombre de Fernando VII; por otro, una pugna entre dos sistemas políticos, el viejo absolutismo y la nueva ideología liberal, que no se había producido nunca con anterioridad. El curso de la guerra acompañó a la progresiva implantación del liberalismo con la formación de juntas emanadas del pueblo, la formación de las primeras Cortes liberales de la historia de España en Cádiz, y la aprobación de la famosa Constitución de 1812 por parte de esas Cortes. Todo ese proceso de enorme significación política se producía al mismo tiempo que la resistencia española lograba la victoria frente a las tropas francesas y obligaba a Napoleón a abandonar su proyecto imperialista en España. Así, Francia reconocía oficialmente a Fernando VII como rey en el tratado de Valençay (1813), y éste llegaría al año siguiente a España en medio de la euforia popular de quienes durante seis años habían luchado en su nombre. El problema, a partir de entonces, fue la división entre absolutistas y liberales que existía en España tras la experiencia liberal de Cádiz. Unos y otros esperaban contar con el favor del rey; mientras los liberales confiaban en el acatamiento real de las medidas adoptadas por la Nación española durante la guerra, los absolutistas hicieron saber a Fernando VII su apoyo para reinstaurar la monarquía absoluta, una vez había concluido el período de “anarquía” bélica y política de la guerra del francés. Esto es precisamente lo que refleja el fragmento seleccionado del Manifiesto de los Persas, y en esa coyuntura cabe ubicar el texto.

Como se ha dicho, el texto es suscrito por gran parte de la nobleza y el clero españoles, de ideología absolutista, que veían la implantación del liberalismo como un lamentable paréntesis en la historia de España, justificado por la gran inestabilidad bélica y el vacío de poder acaecido entre 1808 y 1814. En los puntos 7 y 134 del texto se dice claramente que la monarquía absoluta no sólo es la mejor forma de gobierno sino la única posible para garantizar la estabilidad y la justicia (“es obra de la razón y de la inteligencia…”, línea 12), y que los sistemas liberales “habían acarreado el trastorno universal en toda Europa” (líneas 8-9). Por tanto, una vez ha concluida esa coyuntura bélica, el rey tenía que restaurar ese sistema político que nunca debió abandonarse: el absolutismo, basado en la soberanía real exclusiva, la concentración de poderes en la persona del rey y la eliminación de la Constitución. Vamos a explicar estos conceptos:

-La cuestión de la soberanía era la diferencia fundamental entre absolutistas y liberales. Este término hace referencia a la titularidad, posesión o mando sobre el Estado. La soberanía real significaba que ese mando lo tenía exclusivamente el rey, siendo los ciudadanos sus vasallos. La soberanía nacional otorgaba el poder sobre el Estado a los propios ciudadanos, pasando a ser el rey y el resto de gobernantes los servidores del pueblo. De esta concepción nacen los sistemas liberales con elecciones (en las que son los ciudadanos quienes delegan ese poder en una serie de gobernantes o legisladores).

-La concentración o separación de los poderes está relacionada con la soberanía también: la soberanía real de los sistemas absolutistas implicaba el acaparamiento por parte del rey de todos los poderes del Estado: legislación, gobierno y justicia, mientras que el liberalismo, en aras de imposibilitar los abusos de poder y de garantizar el cumplimiento de la voluntad popular, asumía la necesaria separación de esos poderes.

-Finalmente, también el concepto de Constitución está íntimamente ligado a la soberanía. Una Constitución es un marco legislativo que se caracteriza por emanar de la soberanía nacional, normalmente de unas Cortes elegidas por los ciudadanos. Por tanto, las Constituciones sólo pueden darse en Estados liberales, y no absolutistas. En el texto se aprecia el especial empeño de los absolutistas en abolir la de 1812, pues ella fue el auténtico “buque insignia” del liberalismo.

En cuanto a las Cortes constituidas en Cádiz como representación del pueblo español, los absolutistas también muestran su rechazo a ellas en este texto (artículo 8, líneas 10-11), y se muestran partidarios de las viejas Cortes estamentales divididas en los tres estamentos o brazos (clero, nobleza y pueblo) como órganos consultivos del rey, asambleas muy diferentes de las Cortes unicamerales (“una sola masa”) formadas en Cádiz, emanadas de la soberanía nacional y que otorgaban el mismo papel representativo de los ciudadanos a todos los diputados, independientemente del estamento al que pertenecieran.

En definitiva, el Manifiesto de los Persas es un símbolo de la pugna entre dos sistemas políticos, el absolutismo y el liberalismo. Pugna que se dio en muchos países europeos a finales del siglo XVIII y principios del XIX y que concluiría con el destierro definitivo del primero. En España la guerra de la Independencia significó los inicios del liberalismo, pero no su consolidación, pues documentos como este Manifiesto ponen de relieve la influencia que los absolutistas tenían todavía políticamente. Así, Fernando VII restauraría la monarquía absoluta en cuanto regresó a España en 1814, y el resto de su reinado sufriría esa pugna política entre ambos sistemas (absolutismo en 1814-20 y 1823-33 y liberalismo en 1820-23). La muerte del “Deseado” en 1833 enterraría definitivamente el absolutismo en la historia de España para siempre, aunque el movimiento carlista mantendría vivas esas ideas, si bien de manera cada vez más marginal.

Manifiesto de los Persas

Bien, señores, aquí va un posible comentario del Manifiesto de los Persas que os entregué. Repito que es un POSIBLE comentario, caben otras ideas y también es posible eliminar algunas de las que yo he puesto, pero espero que sirva como ejemplo, y hay algunos conceptos fundamentales que tienen que aparecer. El texto era el siguiente:

“SEÑOR

1. Era costumbre de los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor. Para serlo España a V.M. no necesitaba igual ensayo en los seis años de su cautividad. Del número de los españoles que se complacen en ver restituido a V.M. al trono de sus mayores, son los que firman esta reverente exposición con el carácter de representantes de España (…).

7. (…) se proponían algunos borrar del todo nuestras leyes, impelidos tal vez de un espíritu de imitación de la Revolución francesa, o imbuidos de las máximas abstractas que habían acarreado el trastorno universal en toda Europa (…)

8. Querían otros excluir el nombre y la representación de los tres brazos, reduciéndolos a una sola masa, o lo que es lo mismo, a una sola y general representación popular.

134. La monarquía absoluta es obra de la razón y de la inteligencia: está subordinada a la ley divina, a la justicia y a las reglas fundamentales del Estado (…)

143. No pudiendo dejar de cerrar este respetuoso Manifiesto, en cuanto protesta de que se estime siempre sin valor esa Constitución de Cádiz, y por no aprobada por V.M., ni por las provincias (…)”

Manifiesto de los Persas, Madrid, 12 de abril de 1814